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La angustia como aliada



Tendemos a ver la angustia como la enemiga de nuestras vida. Intentamos evitar todo aquello que nos genere malestar emocional con el fin de conservar la "paz" y el supuesto "equilibrio". Pero me surge una pregunta en todo ello:

¿Será bueno estar todo el tiempo en equilibrio?

¿Será que la supuesta "paz" nos lleva por el camino de la evolución?

¿La evitación constante de la angustia nos ayuda a crecer?

Cada vez que tenemos un desafío, que queremos implementar un cambio, que nos damos cuenta que existe una necesidad que no tenemos cubierta o que simplemente tenemos un deseo que nos cuesta lograr pueden aparecer emociones de tristeza.

La tristeza es una emoción saludable ya que nos permite darnos cuenta que hay algo con lo que no nos sentimos confortables, hay algo que queremos modificar y existe una necesidad de crecimiento.

Gracias a esa consciencia es que podemos tomar las acciones necesarias para evaluar qué posibilidades tenemos de cambio y cómo poder afrontarlo.

Gracias a la angustia nos damos cuenta de cuáles son nuestros deseos, valores y necesidades. La angustia nos marca quienes somos en la profundidad, cuál es nuestra misión, que queremos lograr y nos ayuda a descubrir lo que es verdaderamente importante para nosotr@s. Es por eso que evitarla no siempre es el camino más efectivo para nosotros.

Sin embargo, no debemos confundir la angustia con la depresión. La depresión, por el contrario es la intolerancia frente a lo que no nos gusta, es la critica vuelta hacia uno mismo, es la desesperanza frente a nuestros objetivos y la inactividad frente a las dificultades.

Cuando logramos ver la angustia como nuestra aliada, cuando notamos que ella está mostrándonos nuestras necesidades, deseos, valores y prioridades; cuando nos damos cuenta que somos capaces de llenar nuestros vacíos internos y de sanar con una caricia el alma; cuando reconocemos que la angustia es simplemente un signo de crecimiento personal y desarrollo emocional comenzamos a ver la angustia con otros ojos y desde una perspectiva más saludable. Ya no sentimos que tenemos que evitarla, ya no es una amenaza porque sabemos que en muchas oportunidades la angustia nos lleva a avanzar, y por el contrario, la "tranquilidad" nos lleva a la inconformidad, a quedarnos estancados, a alejarnos de nuestro crecimiento personal en post de limitarnos en nuestra área de "seguridad".

La angustia siempre me ha ayudado a conocerme a mi misma, siempre me ha hecho afrontar aspecto de mi personalidad que estaban contrapuestos o en conflicto de intereses; la angustia me ha hecho reflexionar muchísimo sobre la vida, sobre mis decisiones y gracias a ella soy quien soy; También me ha guiado en mis vínculos, me ha ayudado a elegir lo que me hacía bien y dejar de elegir lo que no nutría mi ser pero que seguía allí por inercia o por miedo tal vez. La angustia no me dejó conformarme, me sacó de mis conductas automáticas, no me permitió limitarme, porque siempre cuando estuvo allí me obligó a escucharla y no paró de hacerse ver hasta que incorporé lo que ella tenía para decirme.

La angustia se convirtió en mi mejor aliada y dejo de ser mi enemiga cuando descubrí que sus mensajes eran valiosos para mi, cuando descubrí que escucharla me conectaba más conmigo misma, cuando me di cuenta que afrontarla me hacía más fuerte y me empoderaba.

Espero que la próxima vez que sientas angustia puedas escuchar su mensaje, que te nutras de ella, que intentes descifrar qué es lo que te está queriendo decir. Espero que a partir de ahora trates de sentir tus angustias, puedes percibirlas como aliadas, como una emoción que te lleva a tu verdadero ser y a tu evolución.

Y en vez de querer apaciguarla, esconderla o evitarla puedas comenzar a procesarla, sentirla y reflexionarla. A veces la angustia es el camino fundamental para crecer, cambiar y evolucionar. Sólo allí encontrarás la puerta de salida o mejor dicho, la puerta de entrada hacia tu ser.

Con mucho amor

Jacqueline Lapidus








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