El miedo se presentó un día en tu vida, te pidió que mantuvieras unas cuantas conversaciones con él y te prometió que te cuidaría. Dijo que lo único que quería era protegerte y que no importaba cuanto sacrificio tuviera que hacer para mantenerte a salvo. Fue acercándose más y más hasta ganar tu confianza.
De a poco fuiste abriéndole las puertas de tu vida. Es fácil caer en ello cuando te prometen que te cuidarán del peligro y que te acompañarán incondicionalmente. El miedo te explicó: “no importa cuanto te enojes conmigo, yo te protegeré de los peligros y haré lo que sea para mantenerte fuera de su alcance”, “si tu sigues mis pasos y haces lo que te digo siempre estarás a salvo”. Entre conversación y conversación el miedo fue convenciéndote de su voluntad, de su amor profundo por ti, de los cuidados que tendrías que tomar para protegerte del mundo, de los otros y de la vida misma.
El miedo te hizo creer que era tu amigo fiel para ganar tu confianza. En tu afán de sentir seguridad y control fuiste intensificando tu amistad con él. ¿Cómo no ser amigo de aquel que lo único que quiere es cuidarte y protegerte?
Un día como cualquier otro el miedo decidió avanzar sobre ti; ya estaba todo preparado para su gran asalto. El motín era tu vida. Tú o él. Ya no había lugar para los dos. Tu lo tranquilizabas demasiado, lo aburrías y él necesitaba adrenalina para existir. No podía triunfar sin tu consentimiento, necesitaba convencerte y cambiar tus pensamientos para apoderarse de tu mente.
Así empezó a multiplicar sus esfuerzos. Inventó una cantidad de peligros improbables pero posibles que podían ocurrirte, te hizo creer que podrían sucederte cosas catastróficas si no lo escuchabas, te lavo la cabeza diciéndote que los médicos, los profesionales y la ciencia no podían cuidarte tanto como él lo hacía, te metió en la cabeza que estabas en peligro pero que él estaba allí para ayudarte. Otra vez más volviste a confiar en él. ¿Cómo no confiar en el miedo que simplemen te quiere cuidarte?
De esta modo, comenzó a advertirte catástrofes con más frecuencia: “no hagas esto o aquello ya que podría pasarte tal o cual cosa” “quédate en tu casa resguardado”, “no te salgas demasiado de la rutina”, etc. Tu confiado hacías lo que el te pedía: rituales, reaseguros, evitaciones...
Mientras tanto en tus conversaciones con él le manifestabas todo tu agradecimiento: “menos mal que estás tú para cuidarme, ¿qué me hubiera sucedido de no haber tetenido?”. Cuanto más hacías lo que él te proponía menos evidencias tenías para contradecir sus palabras y más idealizabas sus consejos.
El miedo se aferró tanto a tu vida que cuando descubriste que comenzaba a limitarte ya estaba demasiado apagado a tu compañía. Cuando recordaste cuales eran tus deseos, objetivos y motivaciones él ya se había apodero de tu mente, tu cuerpo y tus emociones. Cuando tomaste conciencia del problema, él ya estaba metido adentro tuyo controlando tú vida.
El miedo te lavó la cabeza, te hizo ver cosas donde no las hay, te hizo pensar catastróficamente allí donde no existe tal probabilidad, el miedo te sacó de la realidad, te asustó para conseguir mas de ti.
En más de una oportunidad quisiste alejar al miedo de ti, en más de una oportunidad lo cuestionaste y lo desafiaste. Sin embargo cada vez que el miedo se enojaba contigo te generaba sensaciones tan desagradables en todo el cuerpo que te hacía sentir que algo malo iba a sucederte, que si seguías avanzando en su contra él te las haría pagar. En cada una de tus rebeldías el miedo te las hacía pagar con síntomas. Así fue apoderándose de ti.
El miedo creó en ti a esa persona temerosa, dependiente, catastrófica y obediente. Sin embargo, el miedo no se quedó tranquilo con lo que le diste, él siempre quiso más de ti.
De amigo a enemigo. Lo has descubierto finalmente. El miedo te está paralizando, estancando, atrapando. El miedo está allítratando de aferrarse de tus emociones para alimentar su ego y robarte la vida.
Ahora, una vez que ya lo has descubierto es cuando empieza a convencerte de que no hay solución. Dice que deberás aceparlo en tu vida, que vivirá eternamente a tu lado, que debes hacerle caso y que nadie puede ayudarte. El miedo se ríe por detrás. Tu ves como disfruta con tu sufrimiento. Está ganando la batalla y quitándote todas las energías. En cada susto lo alimentas con las sustancias químicas que él necesita para existir, con cada limitación y evitación el crece.
Estás desesperado, te sientes atrapado, ya no sabes para donde dirigirte, que hacer, ni cómo afrontar esta situación. El enemigo está dentro de tu mente y cada vez que intentas desafiarlo te amenazamos trándote los peligros de los que él mismo te convenció.
Sé queno es fácil, que no será de un día para otro, pero no dejes que el miedo ganela batalla. No te dejes convencer por sus mentiras. El traerá a su amiga: la depresión. Y luego te hará el mismo jueguito. Te convencerá de que no hay salida con tal de que no pelees contra el miedo. Ellos juegan para el mismo equipo.
Debes volver a conectarte contigo mismo, debes volver a hablarte a ti mismo, no le creas a sus palabras, vuelve a confiar en tu criterio racional. Ellos son sólo pensamientos parásitos que se alimentan de tu necesidad de seguridad y de control.
Empieza a desafiar al miedo. Sé que no será sencillo, claro que te entiendo, el miedo te ha amenazado tantas veces con sus síntomas que resulta difícil creer que no te pasará nada. Sé que te sientes vulnerable e incapaz por momentos, pero sus reacciones son sólo protestas de enojo como un niño en capricho. Recuerda que el miedo tiene pensamientos excesivos, desmedidos e irracionales, que no ve la realidad de manera objetiva. Recuerda tu primer encuentro con él cuando te decía que si seguías sus pasos estarías siempre a salvo.
El es tu enemigo, contra él debes pelear, no contigo mismo. No te debilites, necesitas estar fuerte para enfrentarlo. Perdónate cuando no logres vencerlo, sigue adelante practicando día a día. No le creas a sus palabras, puedes recuperar tu vida. Él te necesita para existir, necesita que creas en sus pensamientos catastróficos para sobrevivir, de tus limitaciones y evitaciones para salvarse, de tu aislamiento para convencerte. Deja de alimentarlo, desafíalo lentamente y vuelve a confiar en ti.
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🎯 Jacqueline Lapidus
👉 Psicóloga. AR.
👉 Especializada en Ansiedad
👉 Master in Mental Health Counseling (Palo Alto University)
👉 Certificada por el Albert Ellis Institute (New York)
👉 Entrenada por el Beck Institute (USA)
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