Todos tenemos voces internas hablándonos acerca de nuestros miedos y frustraciones, mostrándonos aquella parte de la vida que no queremos ver. Todos luchamos contra esas voces irracionales que nos dicen al oído lo que no queremos escuchar; Y resulta que cuanto más intentamos evitarlas, cuanto más luchamos por silenciarlas más fuertes se vuelven.
Todos sufrimos por algo, todos tenemos miedos y ansiedades sencillamente porque así somos los seres humanos. Todos somos vulnerables frente a nuestras propias voces internas. A lo largo de mi experiencia profesional y personal no he conocido a una sola persona que no experimentara alguna vez en su vida aquel sentimiento de incertidumbre, duda, insatisfacción y frustración mezclada con algún pensamiento negativo o irracional frente al futuro. Todos tenemos un niño interno reclamando seguridad y protección.
Del otro lado del sendero están nuestras voces “adultas” que nos alientan a seguir adelante, que nos dicen que vayamos detrás de nuestros sueños y nos exigen romper con las barreras imaginarias que nosotros mimos hemos creado. Todos queremos ser felices, pero no todos nos animamos a desafiar las voces internas.
Hay voces que desaparecerán con los años y otras permanecerán en nuestra mente por el resto de nuestras vidas. Muchas de nuestras voces se han criado junto a nosotros en la infancia y nos han acompañado en nuestros triunfos y fracasos. Hay voces que moldearon nuestra personalidad y serán más resistentes a la hora de decidir abandonarlas.
Es posible que hayan voces que nunca se callen; otras se esconderán por un tiempo y saldrán a flote en momentos de crisis y estrés. En vez de luchar, de pelear, de escapar, es importante aprender a escuchar a nuestros pensamientos, darles lugar, escribirlos, dedicarles un tiempo, reflexionar sobre ellos de una forma activa, discutirlos en un papel y luego tomar una decisión.
Somos nosotros quienes decidimos que hacer frente a nuestros pensamientos. Las voces están allí como un ente separado de nosotros mismos, hablándonos al oído y frenando nuestros deseos. Recuerda que las voces son sólo voces y no la realidad.
Acepta todas las ideas que vengan a tu mente, déjalas fluir sin detenerte, deja de juzgarlas y de juzgaste, no te enojes con ellas y menos contigo. Debes estar fuerte para afrontarlas. Las emociones están allí para mostrarnos que aún sentimos; No existe alegría sin angustia, ni satisfacción sin esfuerzo. Las emociones son parte fundamental para nuestro desarrollo personal.
El problema no son nuestros sentimientos, inclusive a veces tampoco son nuestros pensamientos, el problema muchas veces son las decisiones que tomamos frente a ellos.
Comience aceptándose incondicionalmente, hágase amigo de sus sentimientos y una vez que esté allí acariciando su alma tome una decisión. Usted elige para dónde llevar el barco, usted sabes hacia donde quiere ir, las voces le acompañan pero siempre puedes optar por desafiarlas.
Es posible que el miedo no se vaya en un principio, pero una vez que aprenda a dominar las voces internas nunca más limitarán su vida, logrará un estado de consciencia profunda y desarrollará la habilidad para auto-determinar su vida y su destino.
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🎯 Jacqueline Lapidus
👉 Psicóloga. AR.
👉 Especializada en Ansiedad
👉 Master in Mental Health Counseling (Palo Alto University)
👉 Certificada por el Albert Ellis Institute (New York)
👉 Entrenada por el Beck Institute (USA)
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